Un drama repleto de fantasías, algo de comedia, y pequeños retazos de romanticismo, todo ello grabado y fusionado con mucho tacto.
Quizás la novela peque bastante de politizar la religión y traumatizarla -o afanarse en sus tópicos continuamente- haciendo de los pasajes de la Biblia un hecho continuamente "pasable" donde la propia fantasía del escritor dictamina hasta dónde llegar. Y no es que le quede mal, no, pero con temas de religión ya se sabe: o se es transigente leyendo o se es escribiéndolo, siendo en este último punto lo más recomendable.