No se vosotros, pero yo era del club del coyote. Era ya pena, tristeza y dolor en el alma ver cómo no le salían bien los planes ni para atrás al pobretico, y cuando le salían bien, las leyes de la física iban en contra suya para fastidiarle los planes.
YO SOY DEL CLUB DEL COYOTE!!
(Mereció haberse comido al correcaminos)