Durante el IX Siglo, el rey de Persia, el gran Sahraman, continúa su afán imperialista batallando por nuevos territorios.
La historia comienza cuando un rey y su hijo, el Príncipe de Persia, derrotan al Maharajah, gracias a la traición de su visir. El Príncipe, obsesionado con demostrar su valor y capacidad a su padre, se interna en lo más profundo del palacio para obtener el más preciado de sus tesoros: la daga del tiempo. Lo que no sabe el Príncipe y que descubrirá más adelante son los misteriosos poderes de dicha daga...
Entre los exóticos tesoros del Maharajah se encuentra un enorme reloj de arena (las arenas del tiempo) y una daga. Solamente el visir conoce el terrible poder de estos objetos. Así, cuando en visita de cortesía a un amigo suyo el Rey regala el reloj de arena, un malvado visir moribundo le informa de que la daga no es sino una llave para abrir el reloj del tiempo y descubrir sus maravillas.
El visir engaña al Príncipe de Persia para que haga uso del reloj de arena, y su mayor sorpresa es, cuando las Arenas del Tiempo se extienden por todo el palacio, todo ser queda transformado en una estatua de arena pura... ¿Todos? No. El visir, una enigmática joven y el joven Príncipe han resultado inmunes al hechizo. Nuestro problema será ahora deshacer el desastre...
En su aventura, el Príncipe estará prácticamente solo, ya que contará también con la ayuda de la enigmática muchacha, Farah, hija del depuesto Maharajah, que tiene, pese a su esbeltez y dulzura, una gran maestría con el arco.
La trama se desarrolla en escenarios fantásticos, con efectos de niebla, y espléndidos interiores 3D. Desde los más de 1500 polígonos que componen el personaje principal, pasando por sus 700 animaciones distintas, su fenomenal ambientación inspirada en los viejos palacios árabes (incluyendo la Alhambra de Granada) y acabando en una muy perfeccionada cámara 3D movible a nuestro antojo, Prince of Persia: The Sands of Time es un espectáculo para la vista.
En la búsqueda de una iluminación dinámica y realista, Ubi Soft ha aprovechado la experiencia de su estudio de Montreal con Splinter Cell y eso, afortunadamente, se nota. Tanto en las más profundas mazmorras del castillo, con reflejos en el agua producidos por las antorchas, hasta los haces de luz que se filtran por los ventanales de las paredes, Prince of Persia se excede en un derroche de calidad técnica que desborda por los cuatro costados.
Los contrastes de claroscuros son frecuentes en el juego, de interiores sombríos hasta exteriores deslumbrantes. Para aumentar el contraste y mejorar la experiencia de juego, el propio motor gráfico se encarga de arreglar esta deficiencia para evitar que cuando nuestro personaje pase por un lugar oscuro se vuelva invisible para nuestros sentidos. Así, además, vemos como los disntintos focos de luz cambian las texturas del Príncipe o Farah dependiendo de su procedencia.
En la mayor parte del juego, nuestro héroe relata las aventuras en primera persona y en retrospectiva (genial el momento de la muerte cuando él mismo se dice: “No, esto no ocurrió así!”). La narración del texto es de gran calidad, sin ser pesada ni tampoco escasa.
Asimismo, el juego cuenta con unos buenos efectos sonoros y una magnífica selección de melodías, que reflejan con total fidelidad la acción de escenas de combate, o la magia de los escenarios con enigmáticos tonos arabescos, estupendamente orquestadas y, una vez más, con una muy buena transición entre una y otra o entre ellas y el silencio.
Se trata de un juego en tres dimensiones (3D) que conserva el espíritu del juego original, los bellos escenarios y los movimientos fluidos y espectaculares del protagonista. No obstante, todo lo demás es absolutamente nuevo en comparación a sus antecesores.El manejo del personaje es muy simple, incluso a la hora de combatir, haciendo piruetas de lo más espectaculares.
El argumento sobre el que gira el juego y la razón por la que saltamos de cornisa en cornisa es la daga. Sólo mediante ella podremos eliminar a los demonios de arena que se crucen por nuestro camino.
La interfaz del juego incorpora un marcador de vida en la parte superior de la pantalla (rellenable bebiendo agua) y, justo debajo, una especie de círculos dorados que representan depósitos de arena de nuestra daga. De la correcta activación de sus poderes especiales, depende el éxito de nuestra misión. A más depósitos, obviamente, mayores y más duraderos nuestros poderes serán. Estos depósitos, además, pueden aumentar en cantidad si tenemos cuidado de ir absorbiendo determinadas emanaciones blancas que se encuentran dispersas en el escenario.
Rebobinar el tiempo será tal vez el recurso que más utilicemos durante el juego y es una habilidad por la que más de uno hubiera matado en el PoP original. Una breve pulsación de una tecla y veremos como hasta 10 segundos de la acción previos a la pulsación de dicha tecla vuelven hacia atrás deshaciendo todos los acontecimientos sucedidos hasta ese momento, pudiendo volver a intentar ese difícil salto o esquivar ese golpe. Sí, se puede evitar incluso la muerte. El efecto que produce es, simple y llanamente, espectacular. Me pregunto cuántos juegos a partir de ahora incorporarán esta característica y me resulta increíble como algo tan sencillo y a la vez tan bien pensado no haya sido nunca hasta ahora introducido en un videojuego, que yo recuerde.
Durante los combates, además, podremos cubrirnos. Pero la mejor defensa es un buen ataque, así que si conseguimos clavar la daga (os recuerdo que el Príncipe lleva además y simultáneamente una cimitarra, que podremos cambiar a lo largo del juego) en un enemigo, éste quedará congelado y suspendido a cámara lenta por los aires, pudiendo acabar con él fácilmente.
Una breve pulsación de la tecla de acción produce, además, que el tiempo se ralentice. Ello significa que resulta significantemente más sencillo asestar golpes a los enemigos y predecir sus ataques. Sin embargo, me he encontrado utilizando esta opción en muy pocas ocasiones, la verdad, aunque sin duda añade un componente estratégico que muchos tendrán e cuenta.
La supercongelación, al margen de consumir todos los depósitos de arena, provoca que TODOS los enemigos en pantalla se congelen. Pulsando en la dirección de cualquier monstruo de arena y el botón de acción, eliminará automáticamente a los enemigos como si se teletransportara al estilo Rondador Nocturno (pero no recuperará su arena para la daga), pudiendo realizar de forma extraordinaria y precisa una limpieza de la sala sin temor a perder energía.
nuestro héroe visitará en numerosos momentos del juego una especie de torbellinos de arena. Estos torbellinos tienen doble utilidad: por un lado permiten salvar el juego y por otro nos muestran, en forma de visiones, rápidos flashes de los movimientos que deberá realizar nuestro personaje para avanzar hasta el siguiente torbellino de arena.
En cuanto a los puzzles, las cosas serían bastante sencillas de no haber activado las defensas automáticas del palacio, eso está claro, pero también serían menos divertidas. A partir de ese momento fatídico, sierras mecánicas, ruedas con pinchos, troncos con espadas, trampas de espino… y así todo un catálogo de viejas trampas conocidas tratarán de que no superemos los obstáculos. Los que sí nos pueden traer de cabeza son aquellos que están limitados por tiempo, en donde hay que ir de un sitio a otro bajo cronómetro. Afortunadamente, cuando estamos de vuelta por haber fracasado en el intento anterior, las defensas del palacio se desactivan.
La mejor estrategia para superar los obstáculos es fijarse bien en las visiones previas a acometer cualquier acción. No tengáis miedo en acudir de nuevo a un torbellino de arena para volverlas a revivir. Los combates ya son otro cantar; recordad que podéis cubriros incluso estando en el suelo y, a pesar de que los enemigos os persigan, no dudéis en hacer una buena retirada a tiempo a un pozo de agua fresca para recuperar energía. Por cierto, buscad bien en el mapa: en determinados puntos llegaréis a un lugar oculto del mapa donde existe un agua mágica que aumenta nuestra vitalidad.
El juego viene doblado y traducido al castellano. Pero eso no es todo: el doblaje está realmente cuidado. A excepción de alguna que otra desincronización imagen-sonido, hay que dar mérito a los actores que han dado vida tanto al Príncipe, a Farah, el Visir o incluso al propio Rey de Persia.