El Gran Maestre II
2.- Recuerdos de un rescate (I)
Los pasos firmes de Trhonar resonaban en los pasillos del castillo detrás de el con pasos muchos más suaves caminaba Miryel su reina, los dos iban en un incomodo silencio, silencio producido por las nefastas declaraciones del rey, ella no sabía como hacer que el volviera a ser quien fue antes de aquel día, antes de aquel rescate y eso la entristecía y la dolía, pues veía en ese caballero el rey que debía de ser el que fue su esposo.
Miryel paro delante de uno de los grandes ventanales del pasillo y miro al caballero, este al no sentir los delicados pasos de la mujer paro y se giro lentamente, sus ojos verdes se cruzaron con los marrones de ella y por un momento el rostro de Thronar se relajo y una sonrisa broto a sus labios haciendo que ese rictus de seriedad y dolor desapareciera.
- Te he causado mucho dolor caballero- dijo la que había sido reina de aquel lugar.
- ¿Cómo decís mi señora?- dijo Thronar acercándose al ventanal en el que estaba la mujer.
- Desde que me rescataste de esos barbaros no te han pasado más que desgracias, no debiste hacerlo, es verdad que yo acepte mi destino.
- ¿En verdad queríais morir a manos de esos desalmados?- dijo el caballero
- Todo esto- dijo señalando hacia las bastas extensiones de tierra que se podían ver desde aquel ventanal- todo lo que la vista alcanza una vez fue mío, tanto poder, tantas riquezas, me creía la reina del mundo entero y ahora…
- El caballero miro en la dirección que indicaba el dedo de la mujer- No es más rico el que más tiene o el que más poder obtiene, si no el que más lleno tiene su corazón y su alma de felicidad y de honor, he visto a caballeros salir corriendo ante el primer indicio de perder una batalla y en cambio sus escuderos se quedaban para defender su caballo herido…no mi señora el ser rico no se mide por las posesiones materiales.
- La mujer miro de nuevo al caballero y cogió su mano entrelazando sus finos dedos con los guanteletes metálicos de la armadura del caballero- ¿Ves? Por esto es por lo que te dije antes que no habría más honor que el que tú me llevaras, eres de los pocos hombres que conozco que no están corrompidos por el poder o la cobardía.
- El miro sus manos entrelazadas, sabía que estaba mal, sabía que era o que fue la esposa de su señor, no podía dejarse tentar de nuevo por lo que su corazón le mandaba hacer, no podía dejar que sus sentimientos le llevaran de nuevo a la situación de hace unos días, no podía…pero quería lo deseaba, lo deseaba como solo una vez había deseado algo…el ser caballero…sonrió y pensó con ironía- lo que me convirtió en caballero ahora me puede hacer dejar de serlo.
- La mujer sin inmutarse volvió a mirar lo que habían sido sus tierras y suspiro- ¿Cómo hemos llegado a pactar con el enemigo? Dime Trhonar… ¿Cómo?
Trhonar agacho la mirada de nuevo y negó con la cabeza, pues le había hecho una de esas preguntas que no tenían contestación o que al menos el no la tenía, apretó el puño de su mano libre para acto seguido golpear con él la piedra del castillo por el que hubiera dado la vida sin dudarlo, suspiro y miro hacia la lejanía como lo hacía su reina y poco a poco se dejo arropar por los recuerdos de lo que había pasado hacia tan pocos días.
.-El rescate
Los bosques nevados del norte, al fin había llegado Thronar a su destino, su fiel compañero de batallas ese corcel de pelaje negra y crines blancas le había transportado por casi todo el reino en menos de dos días, los primeros arboles nevados se podían ver ya casi delante de ellos, Trhonar observo la belleza del color más puro el blanco que recorría ramas, arbustos y árboles, observo como los animales huían del frio metiéndose en madrigueras y en huecos escavados o moldeados dentro de los arboles.
Paro a su caballo y se dejo acariciar por esos primeros copos de nieve que el cielo dejaba caer, sonrió, disfruto por un minuto como si fuera un niño el día antes del solsticio de invierno, dejo que la nieve acariciara tanto a él como a su montura, aunque tenía prisas podía disfrutar un poco de los resquicios de una infancia casi perdida ya en los recuerdos y en el tiempo.
Volviendo a la realidad golpeo suavemente los laterales de su caballo con las botas de caballería y los dos emprendieron de nuevo el paso, se internaron poco a poco en el bosque dejando atrás las llanuras primaverales de su reino, dejando atrás los castillos y casas de piedra, dejando atrás los ríos y lagos de agua cristalina que tanta belleza daba a su tierra, para internarse en un mundo de eterno invierno, de nieve y hielo un mundo en el que los colores que predominaban era el blanco de la nieve y el rojo escarlata de la sangre que sus pobladores disfrutaban derramando.
- La pureza del color blanco…- dijo para sí mismo, las patas de su caballo de guerra se quedaban marcadas en la tierra cada vez mas llena de nieve- la pureza de un caballero, es lo más importante… o eso decías tu maestro- dijo como si hablara con él.
El caballero se abrigo más en su capa, según avanzaba en ese infierno de hielo la armadura se hacía mas y mas fría, el metal cálido en sus tierras y protector, ahora se estaba convirtiendo en una prisión de hielo y frio para él y la armadura que protegía a su caballo no debía de ser menos, de las bocas de montura y jinete salía vaho que quedaba casi petrificado en el aire.
- Tal vez…mi pureza este ahora mismo negra como el color de piel de mi caballo maestro- dijo empezando a ver como la visera de su yelmo se volvía de un tono aun mas azulado- pero no podía dejar que se cometiera tal acto de cobardía por parte de un rey por el que ya tantas vidas han caído.
Trhonar seguía dejando que el caballo avanzara mientras hablaba, le hacía sentirse tal vez más seguro, o tal vez menos solo, o simplemente lo hacía para dejar que el sentimiento de culpa por desobedecer la orden de su rey no le reconcomiera por dentro y le hiciera darse la vuelta, tal vez por todo un poco, pues él era el gran maestre, este acto le acarrearía grandes problemas a la vuelta al reino…si volvía.
Poco tiempo tardo en encontrar el rastro de uno de los poblados nómadas de esos barbaros de las tierras heladas, lo observo todo, camino entre los rescoldos de una hoguera apagada, vio los restos de animales y de todo tipo de desechos que los humanos son capaces de dejar, observo armas rotas de sus competiciones de fuerza absurdas, pero también vio rastros de su cultura, vasijas hechas en cerámica, pieles curtidas que habían dejado atrás por el peso.
- No son un pueblo de necios…-suspiro- tienen cultura y tienen ambiciones como todos nosotros, pero porque anhelan tanto luchar…- dejo que su caballo pastara algo de lo que por allí había mientras observaba todo el campamento.
Paseo por todo el lugar mirándolo todo cuidadosamente, jamás había pensado que el pueblo contra el que combatía fuera algo más que hombres curtidos para la batalla, negó con la cabeza, tan diferentes eran unos y otros, o simplemente eran razas irreconciliables por todos los baños de sangre que se habían dado desde tantos años atrás.
Tan concentrado estaba en su tarea que no se dio cuenta de que le estaban observando hasta que fue demasiado tarde, como si de una manda de lobos se tratara varios de esos barbaros salieron a lo que no hace tanto había sido su hogar y le rodearon, la nieve caía sobre los cuerpos casi desnudos de esos hombres, la altura sobrepasaba en al menos un par de cabezas a la del caballero que como acto reflejo llevo su mano diestra a la empuñadura de su fiel mandoble.
Los barbaros portaban hachas gemelas en cada una de sus manos y miraban hacia donde estaba el caballero, que estampa más curiosa, cualquier pintor hubiera disfrutado pintándola, un hombre con una armadura completa ante varios cas desnudos, el acero fue desenfundado de la vaina llena de runas del caballero y este se coloco en posición defensiva, por honor no podía huir, por orgullo no podía rendirse y por el amor a su reina no pediría clemencia.
Los barbaros, cuatro para ser exactos comenzaron a rodearle poco a poco, como si la manada estrechara el cerco sobre la presa, las hachas se movían en pequeñas circunferencias preparadas siempre para ser lanzadas a su objetivo o parar un ataque imprevisto, Thronar los observaba como buen guerrero, antes de lanzarse al ataque debía de saber cómo lo aria, debía de trazar una coreografía, ya que como los bailarines ensayan sus obras, el arte de la guerra no es tan diferente.
- Suspiro cerró los ojos y mustio una breve plegaria a la diosa de la luz, miro a sus adversarios y solo un grito le salió de sus cuerdas vocales- ¡Por Miryel¡
Las espadas y hachas entrechocaron, muchos de los golpes los paro la mejor armadura del reino, pero el sabia el final de ese combate, Thronar ya sabía cómo acabaría todo esto y era en una derrota ante su enemigo, pero no le importaba, paraba las armas, esquivaba y dejaba que su armadura recibiera los golpes que no iban a puntos vitales, zigzagueo y atravesó limpiamente a uno de los barbaros un hombro, al salir del hombro de su víctima el mandoble hirió a otro en el cuello superficialmente, pero ese fue su último ataque ya que por la espalda sintió como uno de los mangos le golpeaba en la cabeza haciéndole caer al suelo, miro hacia delante y vio a una mujer de cabellos negros acercarse a él, una mujer embutida en pieles de animales, que miro a los barbaros y asintió.
- Llevadle ante Hogger, creo que estará interesado en saber de él- la voz era tan fría como todo lo que allí había, pero el la había entendido.
- Intento hablar, intento reproducir algún sonido, pero no encontró más que tinieblas más que oscuridad, y dentro de su mente se repetía la siguiente pregunta- ¿Cómo?
No sabe cuánto tiempo paso inconsciente, ni como había llegado a aquella especie de tienda hecha con pieles de animales, pero al despertar se dio cuenta de que todas sus pertenencias habían desaparecido, no le quedaba nada más que su vaina vacía, sus ropas y un colgante de platino dedicado a la diosa de la luz, llevo sus manos a su cabeza y gimió, inspecciono de nuevo donde estaba y solo vio pieles de animales y algún que otro componente imaginaba que para curtirlas.
- ¿Por qué me han dejado con vida?- dijo en voz alta
No obtuvo respuesta, no sabía dónde estaba, ni porque le habían dejado con vida, se levanto entre quejidos e intento andar hacia la salida de aquella tienda llena de pieles, no tardo en ver que su pie derecho estaba encadenado a una especie de estaca clavada a una distancia cercana, tiro con fuerza pero lo único que consiguió fue acrecentar su dolor tanto de cabeza como uno nuevo en su tobillo, suspiro y resignado se sentó sobre una de las pieles que había en la tienda, esperando su irremediable destino.
No tardo mucho en recibir su primera y única visita, aquella mujer del bosque entro en la tienda con una sonrisa sinuosa en los preciosos labios resaltados con un color negro, paseo por delante del caballero dejando que viera como el fino vestido de seda del mismo color que sus labios se amoldaba a la esbelta y preciosa figura de la mujer, la sonrisa de sus labios se ensancho al ver como el hombre seguía cada uno de sus movimientos, su largo cabello descendía casi hasta su cintura y sus ojos amarillos como el color de las hojas desprendidas de los arboles en otoño no dejaban de mirarle, el joven caballero trago saliva sin saber muy bien cómo reaccionar e intento apartar la mirada de aquella mujer.
- Noble caballero del reino de Hastiria ¿Qué buscas en nuestras tierras?- dijo después de pasear un rato.
- Vengo a arreglar una equivocación mi señora- dijo el
- ¿Una equivocación? ¿Cuál?- dijo ella sentándose delante de el con las piernas cruzadas.
- Se hizo un…trato que creo fue injusto y venia a dialogar con el señor de los barbaros para intentar llegar a un acuerdo para que la paz de estos años no sea rota por el derramamiento de la sangre de inocentes.
- La mujer sonrió divertida- ¿Intentaras razonar con Hogger? ¿Quieres que te devuelva a la prisionera y tus argumentos son…no se debe de derramar sangre inocente?- la mujer rio divertida, pero a Thronar esa risa no le pareció humillante, fue una risa que le hizo mirarla de nuevo, mirarla y quedarse aun mas anonadado por la belleza de la mujer que tenía delante.
- Al menos debo de intentarlo mi señora…mi honor así me lo pide- dijo mirándola pero esta vez con el orgullo de un caballero.
- Ella acaricio la cara de Thronar- Mi querido caballero…te salve la vida hace tan poco tiempo y ahora ¿quieres desperdiciarla en un combate contra Hogger?
- Si tuviera que luchar no perdería- dijo marcando sus mandíbulas el caballero- creedme que no.
- ¿Tanto vale esa mujer para ti?- dijo acercando sus labios lentamente a los de el- ¿Tanto como para luchar contra el líder de los barbaros y su poderoso colgante?
- El caballero involuntariamente cerró los ojos al sentir tan cerca el calor de esos labios perfilados en un carmín negro- Si…al menos debo intentarlo…no dejare que mi señora caiga en manos de rituales…o intercambios…
- Los labios de la mujer se cerraron sobre los del caballero y al separarse su sonrisa se ensancho mucho mas, había visto lo que quería ver y ella ayudaría a ese joven, mejor dicho se ayudaría a ella misma- Muy bien…te ayudare a derrotar a Hogger y podrás cumplir tu misión…
- ¿Por qué? ¿Acaso no es tu pueblo?- dijo el joven aun sin abrir los ojos.
- ¿Mi pueblo? Oh no…más bien soy la esclava del señor bárbaro…yo estoy anclada a esta tierra que no me produce más que dolor, mi familia fue asesinada por estos barbaros y yo…al saber algo de magia...pues me quede ligada a la vida del señor bárbaro, si lo matas…me salvaras de esa esclavitud
- El caballero abrió los ojos muy enfadado ¿Cómo en el nombre de los dioses, se podía tener presa a semejante mujer? No, no dejaría que esto siguiera así, retaría a ese bárbaro y liberaría a su señora y a esta mujer de pelo negro, no dejaría que dos mujeres sufrieran las consecuencias de una guerra que debía de ser librada en un campo de batalla entre guerreros y guerreras- Ayudadme y os prometo la libertad por mi honor de caballero.
- Ella asintió y sin perder la sonrisa volvió a acariciarle la cara, el esperaba otro beso, pero ella simplemente le coloco el pelo y salió de la tienda como si de una ráfaga de viento se tratase sin hacer ruido sin mirar atrás alzo la mano a modo de despedida- Hasta mas ver mi joven paladín.
Comentarios de los pobladores
Escrito el 07/01/2011
Me gusta ver esta continuación de tu saga, que promete ser duradera y con un guión que comienza a ser más que interesante. A parte, buena escritura la tuya, buenas separaciones, y bunos adjetivos , así como diálogos muy completitos.
Escrito el 19/01/2011
Espero que haya continuación a esta saga, que me he leído las dos del tirón y me han resultado muy gratas. Te animo, airion, a que sigas publicando más partes.
Escrito el 26/01/2011
Bandido (2900 PGS)
Aventurero Solitario
Hombre, no soy muy partidario de ver paladines rompiendo su juramento de castidad (en todos los sentidos, incluso en el de tener pensamientos impuros) como aquí lo retratas, aunque bien es cierto que cada escritor hace suya la leyenda de las letras que impone.
La verdad es que los diálogos son buenos y bie nreferidos al ambiente, buenos matices (el uso de la lengua de la época se hace algo muy bueno) y... bueno, echo en falta descripciones, incluso en mitad de los diálogos, que es prácticamente la totalidad de este relato (segunda parte).
Quedo a la espera de la continuación, en la que si metes más descripciones de los alrededores, solo con eso, ya me tendrás aquí aplaudiéndote más aún de lo que estoy haciendo ahora.
Escrito el 16/02/2011
Vampiro plebeyo (2879 PGS)
Aventurero Solitario
Luego de leer la primera parte aquí estoy puntual con esta segunda entrega fiel y contento de que mantengas el nivel Airion. Ale, ataco la tercera parte...
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