Tras 20 años de matrimonio, Richard descubre que María tiene un amante. Ella se marcha del domicilio conyugal pero, consumida por la culpa, se traslada a la habitación 212 del hotel que hay frente a su casa y desde donde puede observar a su marido día tras día. Inevitablemente, termina preguntándose si ha tomado la decisión correcta o si, por el contrario, ha cometido un gran error al dejarle escapar.