Las bodas son experiencias, como mínimo, particulares. Cualquiera que haya pasado por una (como protagonista, organizador o invitado) sabe que es un evento inolvidable. Y no sólo por lo bueno. Como bien decía el filósofo danés Soren Kierkegaard: “Si te casas lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás”.