Dragon Age: Inquisition tiene lugar en el continente de Thedas, el mundo fantástico en el que tienen lugar las dos entregas anteriores.
Al final, se desata una guerra civil en Orlais entre los realistas de la emperatriz y una poderosa facción noble liderada por su primo, el Gran Duque Gaspard. Al mismo tiempo, el Círculo de Magos se ha descontrolado, en parte debido a los eventos de Dragon Age II, y la Orden de Templarios se separó de la Capilla para luchar su propia guerra civil contra los magos. Cada facción ha escogido un rumbo y un destino, y mientras los guardias grises han pasado a un segundo plano, desapareciendo misteriosamente de la vida pública... ya nadie se acuerda de ellos, ni nadie los necesita.
Sin embargo, un nuevo mal se acerca, están apareciendo unos planos de teletransporte que traen monstruos del más allá, y la cosa se vuelve complicada. Es donde apareces tú, con un pasado diáfano en tu memoria, pero con la extraordinaria capacidad de cerrar esos portales. Cuando te vean hacerlo crearás aún más separación entre los distintos regímenes, y entre los amasijos cortesanos se constituirá la Inquisición, un organimos independiente que deberá ir ganándose la simpatía de los nobles y demás grupos con sus acciones y valentía. La Inquisición tendrá así mismo muchos detractores, entre ellos los templarios y el propio círculo de magos, que te verán como una aberración que procede precisamente de esos portales para traer algo mucho peor. Te toca demostrarle lo contrario.
Los gráficos en 3D presenta unos polígonos bastante bien delineados, aunque no se librarán del clipping en determinadas zonas. Los escenarios, no obstante, son mucho más enriquecedores para la vista y recorrido, pues al no tener que interactuar de forma física con tu personaje, se presenta con mayor calidad y definición.
Los personajes premiten un nivel de configuración muy alta, definiendo tamaño de los pómulos, mandíbula, grosor de las orejas, etc, aunque en el juego en sí apenas nos daremos cuenta de tal configuración, pues el rostro es una minoría en toda la pantalla (a parte que manejamos al personaje según vista trasera).
Los efectos de magia y animaciones en combate logran una sensación frágil, pues aunque te mete bien en el juego y en la contienda, son muy repetitivos. Al cabo de varios combates te das cuenta que es un juego, y no una simulación de combate, pues si activas tal ataque, ya sabes de antemano qué chillará tu personaje y cómo realizará ese ataque, no varía para nada. Eso sí, los movimientos son suaves y precisos, muy en comunión con las tramas.
Jugar en modo alto de gráficos es una experiencia magnífica, es donde realmente notaremos el alto rendimiento de este juego, aunque para ello requiere GPUs bastante potentes. En ordenadores configurados para rendimiento medio, la experiencia nota un bajón acentuado.
Los sonidos ambientales gozan de un buen volumen, sin llegar a entorpecer ni molestar, ambientando como debe tus distintas corredurías por ciudades, pueblos, bosques, o caminos costeros. El combate es una expresión de dolor y odio, con gritos de ira, gemidos de daño, y vítores continuos que se lanzan los personajes entre ellos.
Se observa como hay multitud de tonalidades distintas para los distintos personajes, favoreciendo mucho que no se repitan voces, aunque la tuya que definirás al inicio no tiene un abanico muy amplio de definición. Todas la voces están en castellano, y siempre que exista un diálogo, comercio o grito podrás escucharlo perfectamente. En algunos equipos el sonido puede perderse en las animaciones, aunque sacaron un parche que solucionaba ese problema específico.
Por último, destacar los sonidos concretos de objetos, como cajas que se rompen, monedas de oro intercambiándose en una compra-venta, pasos, o pájaros revoloteando. El escenario y los distintos objetos que lo componen se integran con mucha fuerza en un cuadro de sonidos consistente.
El manejo del personaje se hace con las teclas de cursor (o con las W-A-S-D) y con el ratón para cambiar el foco que vemos. En combate, esta saga de Dragon Age nos tiene acostumbrados a pausar el combate, dar las instrucciones a cada personaje que estamos controlando, y luego quitar la pausa para ver cómo se desarrollan las acciones, algo que se podrá hacer desde la tecla CONTROL. El ratón nos servirá igualmente para especificar las acciones o poderes a usar.
En general no se requieren muchas teclas para tener una experiencia de juego total, y el manejo se hace suave y sencillo. Las monturas se hacen algo más complejas de controlar, especialmente en determinadas zonas rocosas o con muchos obstáculos, casi se have más fácil ir a pie. Por otro lado, nuestros personajes no saben nadar, y como los metas en agua profunda automáticamente se ahogarán y te sacarán lo ma´s cerca posible.
Durante nuestro viajes aprenderemos a fabricar muchas cosas, con un sistema de recetas y creaciones algo complejo para el ufano, y bastante profundo en petición de ingredientes (que podremos ir recolectando por los escenarios) y más objetos fabricados. No es fácil fabricar cosas en Inquisition, y mucho menos prosperar en ello. Debes dedicarle mucho tiempo exclusivo a ello para notar mejoría.
Los combates, uno de los ejes principales del juego, muestran como los enemigos atacan por quien se vean más amenazados, e incluso como intentan evitar el enfrentamiento cuerpo a cuerpo si son disparadores o taumaturgos, y la inteligencia artificial de los personajes que controlamos -previamente programada según unos parámetros que le definamos- actúa con mucha cordura, curando cuando nusetro tanque baje por debajo del 20% de vida, o usando determinados poderes y facultades cuando sucedan determinados hechos.
La trama principal y las secundarias son muy ricas en argumentos y diálogos, quizás la mayor fuerza del juego en sí. Una historia que engancha desde el primer minuto de juego con unas letras muy enriquecedoras.
Se pude jugar en castellano, inglés, alemán o italiano. A parte, obviamente, se pueden activar los subtítulos en muchos más idiomas.