El azar de la noche vacía
Estaba siendo un invierno muy duro. Había estado nevando durante casi un mes y todo estaba cubierto de nieve. Era por eso que la posada estaba llena esa noche. No había ni una sola mesa donde no estuvieran degustando la sabrosa sopa que allí se servía. Era un buen caldo, simple pero capaz de calentar el corazón de todos los presentes.
Yo era de los pocos que no estaba comiendo. Sentado en un pequeño taburete en la pared opuesta de la barra miraba fijamente el fuego de la chimenea, tratando de adivinar cuál sería la siguiente forma que tomarían las caprichosas llamas.
La puerta de la posada se abrió con un fuerte golpe y una ráfaga de viento helado se coló acompañando a la figura que entraba. El hombre se desprendió de su capa cubierta de nieve y exclamó mientras se dirigía hacia el fuego:
-¡Menos mal que he encontrado esta posada! Afuera la tormenta está empezando a arreciar y era difícil avanzar con el carro. Además la Luna está oculta y apenas se distinguía nada. Mis caballos estaban confusos y fatigados.
El hombre se situó frente a la hoguera y extendio las manos para calentárselas. Con un gesto llamó al dueño y pidió comida caliente para él y un establo para sus caballos. El posadero marchó a la cocina por un plato de sopa, no sin antes decir a uno de los muchachos de la posada que saliera a llevar a los caballos a cubierto. El chico se embozó en una gruesa manta y salió fuera, volviendo al poco rato. En ambas ocasiones el viento que entró por la puerta traía pequeños copos de nieve e hizo que el fuego danzase alborotado.
Acababa de volver mis sentidos hacia el hogar cuando una voz se alzó por encima del tumulto general. No era una voz fuerte, sino la de alguien hablando normalmente aunque, misteriosamente, se sobreponía a todas las demas.
- Bueno, me parece que esta noche y este momento son los apropiados para que cuente algunas de las historias que conozco.
La voz pertenecía a una persona sentada en la esquina más alejada de la chimenea. Vestía una larga túnica marrón cuya capucha le tapaba la cabeza. No había reparado antes en su presencia y, al parecer, el resto de los presentes tampoco. El hombre se levantó y se acercó lentamente hacia el hogar al tiempo que descubría su cara. Era un anciano con una corta pero espesa barba blanca y al que apenas le quedaban algunas canas en la cabeza. Había algo en su expresión, a la vez seria y gentil, que me inquietó según iba cruzando la sala, sin desviar la vista hacia las personas de su alrededor.
Pronto llegó hasta la hoguera y se quedó mirando fijamente al centro de las llamas. Poco a poco y ante mi asombro se fue haciendo el silencio en toda la posada. Todo el mundo callaba en espera de las palabras del viejo. Hasta el siempre charlatán posadero había retirado la olla de la lumbre para que su borboteo no molestara. Cuando el silencio fue total el anciano, sin dejar de mirar las llamas, volvió a hablar con aquella voz queda pero que todos tan nitidamente escuchabamos.
-Es de todos conocido que desde el inicio de los tiempos las vidas del Sol, la Tierra y la Luna han estado ligadas. Los tres crecieron juntos, dos hermosas hermanas junto a un ardiente compañero, inmersos en sus juegos y disfrutando de la compañía de cada uno de los otros.
-Lo que ya sólo unos pocos sabemos es que enmedio de estos juegos unos nuevos sentimientos aparte de la amistad empezaron a florecer. Las dos hermanas se habían enamorado de su compañero de juegos y le amaban en silencio y en la distancia, pues si se acercaban demasiado podían ser heridas por la fuerza de su fuego. Por su parte el Sol no era ajeno a la belleza de sus dos amigas. Ambas eran jóvenes y lozanas y más hermosas de lo que jamás se hubiera atrevido a imaginar. Sin embargo el Sol ya había elegido a la menor, la Luna, como su verdadero amor.
-Mucho tiempo vivieron ocultándose sus verdaderos sentimientos hasta que un día la Luna decidió dejar de seguir escondiendo por más tiempo las dulces pasiones que sentía hacia su dorado compañero y le abrió su corazón. Grande fue la alegría del Sol que le confesó que él tambien llevaba largo tiempo admirándola y amándola sin atreverse a decir nada. La Luna, incapaz de reprimir sus sentimientos por más tiempo, se acercó a su amor ignorando su ígnea corona y se dejo mecer en sus dulces brazos.
-Por desgracia esto causó grandes daños en la hermosa faz de la Luna, que de ser verde y fresca quedó gris y marcada de cicatrices para siempre. La Tierra, al ver lo que su hermana había sufrido por su amor al Sol decidió ayudar a la pareja de enamorados, a pesar del intenso dolor que tenía en su seno por no haber sido la elegida.
-Hizo que ambos giraran a su alrededor pero sin llegarse a encontrar nunca. Asi la Luna no sería calentada por el Sol e iría helándose poco a poco hasta llegar al momento en que estuviera lo suficientemente fria como para poder acercarse a su amor durante un tiempo sin temor a ser herida de nuevo. Entonces la Tierra les dejaría juntarse en lo alto del cielo para poder volver a revivir su amor eterno. La Luna aceptó la idea, dispuesta a cualquier sacrificio por su amado, y el Sol, que de buena gana hubiera apagado su ardiente cabellera para disfrutar de la compañia de la pequeña de las hermanas, decidió que merecía la pena estar separado un tiempo de su amada con tal de luego poder volver a estar con ella aunque fuera sólo un instante.
El viejo calló y sentí como si me despertara de un sueño. Verdaderamente había vivido la historia del anciano. Había oido las risas de los tres amigos cuando jugaban entre las estrellas, había sentido el amor que entre ellos existía e incluso había sufrido el dolor de la Luna al abrazar al ardiente Sol. Había estado tan metido en la historia que ni siquiera había sentido como el anciano se había desplazado de la chimenea a una ventana, donde miraba como fuera amainaba el temporal. El anciano se volvió hacia nosotros, sus mudos espectadores, y concluyó:
-Asi es como paso. He aquí porqué la Luna desaparece periodicamente del cielo. Va a ver a su amado al otro lado del mundo durante las escasas horas que dura la noche para poder disfrutar de nuevo de su eterno amor.
En ese momento se rompió el silencio en la posada. Todo el mundo empezó a aplaudir y a felicitar al anciano. El posadero incluso le ofreció a dejarle una habitación para pasar la noche sin cobrarle nada. El viejo agradeció cortesmente las muestras de afecto y, tras declinar la oferta del posadero, se acercó a la puerta, cogió un largo cayado que había junto a ella y salió de la posada.
Yo todavía estaba sentado en mi taburete, anonadado por la hermosa historia del anciano, cuando me di cuenta de que se acababa de marchar. Rapidamente me levanté de mi asiento y fui tras él, sin saber muy bien por qué. Apenas salí de la posada miré en todas direcciones, temiendo que ya estuviera lejos. Aunque había dejado de nevar corría una ligera brisa y el frío era intenso. Él estaba a una veintena de pasos de la posada, de pie en mitad del camino y mirando al cielo. Me acerqué lentamente mientras él se agachaba y ponía una mano en la nieve del camino. Le oí hablar, como dirijiéndose a la Tierra.
-Lo que sólo yo sé es que cuando esto ocurre tu vuelves la vista para que ellos no puedan ver las lágrimas que derramas.
Ya no sé si lo que vi a continuación ocurrió en verdad o fue una alucinación a causa del frío. La nieve alrededor de su mano pareció fundirse y algo brotó repentinamente del suelo, algo que el anciano acarició tiernamente. Despues se levantó y reemprendió su camino hasta que se perdió en el horizonte. Yo me acerque al sitio donde momentos antes había estado el anciano y cual no sería mi sorpresa al ver que, en aquel camino helado y cubierto de nieve, acababa de florecer una hermosa rosa roja.
Comentarios de los pobladores
Escrito el 16/03/2015
Muy bonita lectura amadea.
Escrito el 16/03/2015
Muy chulo el relato, se echaba de menos ver un escrito de esta categoría.
Escrito el 19/03/2015
Escrito el 16/09/2015
Damasto (5982 PGS)
Aventurero Solitario
Mensajes: 1164
Colaborador
Muy bonito amadea, espero que pronto estés por aquí de nuevo escribiendo algo nuevo.
Escrito el 20/01/2016
Bandido (2900 PGS)
Aventurero Solitario
bien descrito y entretenida lectura. Su extensión es apropiada y su ortograf´ñia muy buena.
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