Han pasado varios años desde la derrota de la Legión Ardiente en el Monte Hyjal y las razas de Azeroth han continuado con la reconstrucción de sus vidas destrozadas. Con una fuerza renovada, los héroes de la Horda y la Alianza han comenzado a explorar nuevas tierras y se han abierto paso a través de El Portal Oscuro para investigar los reinos que se encuentran más allá del mundo conocido.
The Burning Crusade, la primera expansión de World of Warcraft, nos trae dos nuevas razas –una de la Alianza y otra de la Horda-, un enorme continente para explorar, monturas voladoras, 10 niveles más y una nueva profesión, y especialización para todas las profesiones que mejoran la experiencia del juego que llevó al World of Warcraft original a convertirse en el rey absoluto del género.
La nueva raza de la Horda, los Elfos de Sangre, añade la belleza y elegancia de la que adolecían las razas de esta facción. Sin embargo, a la Alianza se le une también una raza muy original, los Draenei, fuertes y robustos los héroes, y elegantes y delicadas las heroínas, que añaden la presencia basta e imponente que tanto necesitaba la Alianza. Cabe destacar que, en el ámbito de las clases, ni los Draenei pueden ser pícaros, ni los Elfos de Sangre pueden ser guerreros. No obstante, los primeros pueden ser chamanes y los segundos, paladines, clases vetadas hasta el momento para Alianza y Horda, respectivamente.
La zona inicial de los Elfos de Sangre es Lunargenta, situada al norte de las Tierras de la Peste del Este, mientras que la nave de los Draenei se estrelló en una isla situada cerca del territorio de los Elfos de la Noche, siendo su capital Exodar.
Shattrath, la nueva ciudad compartida por Horda y Alianza situada en el bosque de Terokkar, luce una estructura y un diseño rocoso y abrupto, organizado en varias barriadas, cada una con su propio estilo, con dos facciones: los Arúspices y los Aldor, cuya membresía puede contar con héroes de la Alianza y Horda indistintamente. Un nuevo mapa es Nagrand, con sus fuentes y sus paisajes soleados en extensos terrenos verdes, un primaveral paisaje a medio camino entre Mulgore y Bahía del Botín, salpicado por la magia de Terrallende, si bien se incluyen otros muchos.
El diseño de las nuevas mazmorras, se decanta más ahora por los escenarios abiertos, las salas amplias y las bellas galerías, en detrimento de los pasillos y los túneles que caracterizaban a las antiguas. Salvo orcos y algún que otro enemigo clásico, el resto de los PNJ enemigos que nos encontraremos en nuestro viaje por Terrallende presentan nuevos modelos, también más fantasiosos y menos realistas que los que se observan en Azeroth.
También se han incluido nuevas armas y armaduras tanto en funcionalidad y poder, como en diseño y presencia. Los ítems que se consiguen en la larga carrera hacia el nivel 70, sin embargo aprovechan en su mayoría los modelos usados en el anterior juego.
Cada zona nueva de la expansión tiene varias mazmorras, más breves e intensas que las que habíamos visto hasta ahora, pero más difíciles de terminar, e incluso más difíciles de iniciar, como puede ser el caso de la famosa mazmorra Karazan, que requiere la realización de varias misiones previas.
Un acertado diseño que se redondea con unas texturas de mayor calidad y más suavizadas, que implican un leve aumento en los requisitos mínimos de nuestros ordenadores.
Mayor carga poligonal (fácilmente apreciable en los modelos de las nuevas razas, mejor animadas y más detallistas), nuevos efectos gráficos y más detalle en el entorno... en definitiva, y pese a que se mantiene su línea, The Burning Crusade presenta un mejorado apartado gráfico, y aunque muy en la línea de los mapas y personajes iniciales, esta expansión adquiere mayor fantasía.
En líneas generales, los nuevos entornos resultan menos realistas en su concepción, pero más bellos en su ejecución. Es decir, Terrallende es una dimensión ajena a Azeroth, un lugar donde se llegan a desafiar las leyes de la física. El mundo alternativo de Illidan es raro, extraño, peligroso, incluso hasta cierto punto ilógico, pero muy mágico. Digamos que The Burning Crusade se desmarca de la faceta medieval de la saga Warcraft, y se decanta más por su componente fantástico.
La banda sonora (incluida en formato CD, y disponible también en la edición coleccionista del juego), rompe hasta cierto punto con el estilo de la anterior, y perfila la ambientación de Terrallende.
Empezando por el célebre tema que suena al iniciar al juego, remix del anterior Legends of Azeroth, la mayoría de las nuevas pistas se decantan por un estilo más pausado y tranquilo, más místico y menos trepidante, pero con acordes y ritmos que logran un acompañamiento bastante acertado.
Se abren nuevas fronteras con las especializaciones que se producen en cada una de las profesiones de elaboración, de forma que la estructura del mercado (subastas) y las nuevas creaciones a partir de patrones y recetarios vean incrementada su cotización. En el mismo hilo, las misiones a partir de nivel 60 dan como recompensa bastante dinero más, propiciando que se pueda sufragar la alta subida de precios en los artículos y compras obligatorias (reseteo de talentos, compras de magia de cada aumento de nivel, recipientes para los oficios, etc.) propios de esta expansión.
La incorporación de montura voladora abre una importante frontera en el cumplimiento de la mayoría de las misiones que el jugador deberá ir afrontando, y es que podremos aterrizar con nuestro grifón directamente delante del enemigo al que tendremos que matar o el objeto que tendremos que conseguir, amén de la rapidez en los desplazamientos por Terrallende. Quizás por ello Blizzard limitó la capacidad para poder hacernos con uno de estos grifones hasta llegar a nivel 70, así como que únicamente puedan usarse en los territorios de la expansión, y no en Azeroth, cuyos escenarios no están “preparados” para que se hagan incursiones a las capitales enemigas sin que ningún arquero pueda prohibirlo, por poner un ejemplo.
Como es habitual en este tipo de juegos, se ha efectuado un balanceo de clases global, añadiendo y eliminando talentos, habilidades y magias para cada tipo de personaje. No obstante, siempre se ha intentado mantener a cada clase dentro del papel para el que estaba pensado desde un principio. De esta forma, un pícaro sigue sin poder curar y un guerrero sigue sin poder realizar magia.
En esta expansión se incorpora también un nuevo módulo de chat de voz, con el que los jugadores podrán hablar en tiempo real con su grupo o banda en el que se encuentren. También se ha mejorado la gestión de las hermandades con una cámara de banco para todo el gremio, más permisos configurables para cada miembro y un incremento del límite de integrantes.
The Burning Crusade puede ser adquirida tanto en castellano, francés e inglés, perfectamente traducido en textos y voces. Asimismo, los vídeos y animaciones también observan esta característica.