La serie narra las peripecias de Manolo y Benito, dos albañiles chapuceros sin maldad alguna que siempre destrozan la reforma para la que han sido contratados allí donde se les envíe a trabajar. Ambos han pasado el ecuador de los cuarenta años y viven en un céntrico y tradicional barrio de Madrid. Son socios al 50% de la empresa de reformas cada uno, llamada Manolo y Compañía (o según Benito, Benito y Compañía). Para sacar adelante el taller de chapuzas cuentan con la ayuda de Tato, el sobrino de Manolo recién llegado de su pueblo, y de Tania una fontanera polaca "putamadre" (tal como se presenta ante los clientes) de bajo coste de nómina.

Reciben la mayoría de los encargos de parte de su "relaciones públicas" particular, Tino, una persona de moda que trabaja a menudo en zonas de la alta sociedad, donde sus amigos no siempre se saben mezclar y en las que siempre terminan hacendo gala de su campechanismo.

Sus historias y vivencias se desarrollan en una castiza corrala (edificio que rodea a una plaza, accedediéndose a las viviendas desde el exterior), donde todos los personajes residen. En ella se sitúan el local de la empresa de albañilería de los protagonistas (en la ficticia Calle Lanzarote nº19) y el Bar La Molleja, sitio donde el duo de operarios y demás personajes hacen lo que quieren con su sufrido camarero, Evaristo, que siempre les insiste en que deben tomar algo si quieren estar allí. También se encuentran otros negocios, como el gimnasio de fitness Olimpia, una tienda de decoración llamada "La Oca"...

La serie también profundiza en otros ámbitos distintos al profesional, dónde se da a conocer la faceta más tierna y afectiva de los personajes: La relación madre-hijo entre Carmina y Benito, o las trifulcas matrimoniales de Adela y Manolo.