El señor de la guerra


10/07/2006 12:04:00
No está mal aunque no se porqué a este Nicolas Cage no lo trago. Será por su careto o yo que se, pero no me gusta nada como actor, y confieso que no es que sea malo intrepretando. La única vez que se salvó fue en asesinato en 8mm...



Y por cierto, la peli es demasiado fantasiosa en algunos aspectos. No tiene sentido la de comerciantes de armas que hay, que incluso se tienen que pelear entre ellos porque también hay muchos compradores de armas dispuestos.... que hay los hay, vale, pero no hasta el punto que nos ponen en el guión.



Si vais a verla... os entretendréis un rato, pero no esperéis ninguna "séptima maravilla".

Vamos a marcar un horizonte, un punto lejano en la nada... vamos a hacer que ese punto sea tu vida... veras como soy capaz de acercarte hasta ese punto hasta que lo sientas como tuyo.

10/07/2006 15:29:00
Pues fíjate que este director no suele hacer películas de bajo presupuesto ni de guiones pobres. La cosa es que no trata de un cine bélico-fantástico, sino de una realidad no muy alejada ni hipotética. La venta de armas es un proceso, cada vez, más lucrativo, sobre todo en una Europa santa y pulcra que no admite ni fumarse un cigarrillo mientras conduces. La guerra existe en forma de terroristas (la antigüa IRA, la ETA que hiberna, ALKAEDA y semejantes), y esta gente no tiene un santo que les haga llover armas (por no decir algo más vulgar :)), se los provee alguien, una persona con un equipo de transporte y captación grande. Un "señor de la guerra" de estos...

Por lo tanto me quedo con lo fuerte de esta película, que es justo lo contrario de lo que has expuesto, cretasol: su argumento. Una historia fantástica no real, basada en posibles hipótesis futuras. A parte, te ponen en la duda de qué harías cuando ves que eres un desgraciado sin nada, y que todo, incluso el amor te da la espalda, y un día paseando con buenos trajes y con pasta hasta en los oídos, aquella mujer que ni te miraba por lo asqueroso que resultabas, ahora te clama hacerle el amor. El dinero... ese es el eje primordial de este filme, el dinero como poder (indiscutible), y una forma desleal e involuntaria de lograrlo (venta de armas).

Con relación al reparto, a mí tampoco me gusta mucho este actor, la verad. Tiene poca expresión y mucho chulerío en su rostro. Es como yo, que no ha nacido para ser actor, no al menos en serio.

Es fácil morir por una mujer, lo difícil es vivir con ella.

11/07/2006 11:31:00
Dura tu crítica rune, muy dura para una película que verdaderamente no la merece. Nicolas Cage es un actor que es cierto, o te gusta o no te gusta, pero no tiene término medio. A mí, personalmente no me resulta desagradable, es bastante expresivo en sus acciones y sus papeles le quedan bastante bien, a su medida.
El Señor de la guerra refleja una triste realidad que se da en países ricos, contrariamente a lo que se piensa. Incluso aquí, en España, dónde a veces un tío saca una pistola y le mete un tiro en una disco a alguien. ¿Dónde compró esa arma, dónde? De todas formas, la peli está más orientada a escalas terroristas, a grandes compradores de armas para atentar, y es ahí dónde entra la duda de Yuri (Nicolas Cage): seguir vendiendo a terroristas por dinero para vivir mejor, o seguir viviendo en un restaurante pobre y con la mente tranquila.
No os cuento el final, pero os aseguro que no es lo que uno se espera, ni tampoco lo otro. Siempre hay una tercera opción :)

Resumiendo, que la peli sí la recomiendo, al menos si se va con la mente de ver unos hechos reales en un mundo que pueda ser real, y todo alrededor de un hombre consternado y castigado por querer conseguir una vida tras haber sufrido su garra más dura.

¡Agua! ¡Aguaaaaaa! Nunca una palabra dió tanta alegría, tanto en el mar como en el desierto

13/07/2006 11:43:00
Andrew Niccol es un tipo interesante que ha demostrado con su filmografía que es posible entretener mientras se hacer pensar. Sus apuestas argumentales siempre han sido arriesgadas, pero su dominio del lenguaje cinematográfico ha evitado el peligro de rodar unas películas-tesis incapaces de conmover.

En Gattaca, por ejemplo -un drama futurista-, abordó el tema de la clonación y el peligro de una sociedad despersonalizada con una estética de film de ciencia ficción, un ritmo de clásica película de acción y una historia de amor como telón de fondo. En el guión de El show de Truman planteó una certera e inspirada crítica de lo que podía llegar a ser el mundo de los reality, jugando de manera inteligente con el espectador. En Sim0ne volvió a situar la acción en un escenario televisivo, en este caso para plantear los conflictos que pueden surgir cuando se le da carta de realidad a lo virtual, a través de la sencilla historia de un presentador en horas bajas.

El realizador neozelandés vuelve a adentrarse en El señor de la guerra en un tema espinoso: el tráfico de armas. Pero frente a tratamientos documentales (el más cercano en el tiempo, el film de Michael Moore) o posicionamientos de denuncia a ultranza, Niccol centra la historia en el drama personal del traficante Yuri Orlov y su bajada a los infiernos. Orlov es un joven judío que trabaja con sus padres y su hermano en un restaurante. Después de presenciar un tiroteo, decide vender armas. Seguido de cerca por la policía y convertido en un hombre rico, casado con una bellísima mujer y padre de un hijo, Orlov se ve obligado a llevar una esquizofrénica doble vida.

Nicolas Cage construye con solvencia un personaje que parece estar hecho a su medida. Orlov es un tipo amoral que maneja como arma principal la mentira. La primera víctima de esa mentira será él mismo: es mentira el argumento que le impulsa a vender armas, es engañosa su evasión a través del alcohol, la droga o el sexo, su matrimonio se asienta en una farsa... y quienes protegen a Orlov son algunas políticas fraudulentas.

A pesar de la dureza del tema y de que le sobran minutos -hay caídas de ritmo y situaciones que se empantanan y repiten-, estamos, una vez más, ante una película interesante, algo irregular, pero de una gran fuerza expresiva, muy bien fotografiada y con una banda sonora de una elocuencia crítica sorprendente.

El día que leí que el alcohol era malo para la salud... dejé de leer.

27/07/2006 15:53:00
boromir dijo:
Andrew Niccol es un tipo interesante que ha demostrado con su filmografía que es posible entretener mientras se hacer pensar. Sus apuestas argumentales siempre han sido arriesgadas, pero su dominio del lenguaje cinematográfico ha evitado el peligro de rodar unas películas-tesis incapaces de conmover.

En Gattaca, por ejemplo -un drama futurista-, abordó el tema de la clonación y el peligro de una sociedad despersonalizada con una estética de film de ciencia ficción, un ritmo de clásica película de acción y una historia de amor como telón de fondo. En el guión de El show de Truman planteó una certera e inspirada crítica de lo que podía llegar a ser el mundo de los reality, jugando de manera inteligente con el espectador. En Sim0ne volvió a situar la acción en un escenario televisivo, en este caso para plantear los conflictos que pueden surgir cuando se le da carta de realidad a lo virtual, a través de la sencilla historia de un presentador en horas bajas.

El realizador neozelandés vuelve a adentrarse en El señor de la guerra en un tema espinoso: el tráfico de armas. Pero frente a tratamientos documentales (el más cercano en el tiempo, el film de Michael Moore) o posicionamientos de denuncia a ultranza, Niccol centra la historia en el drama personal del traficante Yuri Orlov y su bajada a los infiernos. Orlov es un joven judío que trabaja con sus padres y su hermano en un restaurante. Después de presenciar un tiroteo, decide vender armas. Seguido de cerca por la policía y convertido en un hombre rico, casado con una bellísima mujer y padre de un hijo, Orlov se ve obligado a llevar una esquizofrénica doble vida.

Nicolas Cage construye con solvencia un personaje que parece estar hecho a su medida. Orlov es un tipo amoral que maneja como arma principal la mentira. La primera víctima de esa mentira será él mismo: es mentira el argumento que le impulsa a vender armas, es engañosa su evasión a través del alcohol, la droga o el sexo, su matrimonio se asienta en una farsa... y quienes protegen a Orlov son algunas políticas fraudulentas.

A pesar de la dureza del tema y de que le sobran minutos -hay caídas de ritmo y situaciones que se empantanan y repiten-, estamos, una vez más, ante una película interesante, algo irregular, pero de una gran fuerza expresiva, muy bien fotografiada y con una banda sonora de una elocuencia crítica sorprendente.

Joper tío... y yo que creíaa que hacía buenas críticas.... :d

¡Agua! ¡Aguaaaaaa! Nunca una palabra dió tanta alegría, tanto en el mar como en el desierto

10/05/2007 21:26:00
boromir dijo:
Andrew Niccol es un tipo interesante que ha demostrado con su filmografía que es posible entretener mientras se hacer pensar. Sus apuestas argumentales siempre han sido arriesgadas, pero su dominio del lenguaje cinematográfico ha evitado el peligro de rodar unas películas-tesis incapaces de conmover.

En Gattaca, por ejemplo -un drama futurista-, abordó el tema de la clonación y el peligro de una sociedad despersonalizada con una estética de film de ciencia ficción, un ritmo de clásica película de acción y una historia de amor como telón de fondo. En el guión de El show de Truman planteó una certera e inspirada crítica de lo que podía llegar a ser el mundo de los reality, jugando de manera inteligente con el espectador. En Sim0ne volvió a situar la acción en un escenario televisivo, en este caso para plantear los conflictos que pueden surgir cuando se le da carta de realidad a lo virtual, a través de la sencilla historia de un presentador en horas bajas.

El realizador neozelandés vuelve a adentrarse en El señor de la guerra en un tema espinoso: el tráfico de armas. Pero frente a tratamientos documentales (el más cercano en el tiempo, el film de Michael Moore) o posicionamientos de denuncia a ultranza, Niccol centra la historia en el drama personal del traficante Yuri Orlov y su bajada a los infiernos. Orlov es un joven judío que trabaja con sus padres y su hermano en un restaurante. Después de presenciar un tiroteo, decide vender armas. Seguido de cerca por la policía y convertido en un hombre rico, casado con una bellísima mujer y padre de un hijo, Orlov se ve obligado a llevar una esquizofrénica doble vida.

Nicolas Cage construye con solvencia un personaje que parece estar hecho a su medida. Orlov es un tipo amoral que maneja como arma principal la mentira. La primera víctima de esa mentira será él mismo: es mentira el argumento que le impulsa a vender armas, es engañosa su evasión a través del alcohol, la droga o el sexo, su matrimonio se asienta en una farsa... y quienes protegen a Orlov son algunas políticas fraudulentas.

A pesar de la dureza del tema y de que le sobran minutos -hay caídas de ritmo y situaciones que se empantanan y repiten-, estamos, una vez más, ante una película interesante, algo irregular, pero de una gran fuerza expresiva, muy bien fotografiada y con una banda sonora de una elocuencia crítica sorprendente.

Chapó por pedazo de comentario.

Me sumo a lo de que Nicholas Cage o gusta o no gusta, no hay termino medio en él. A mí personalmente me encanta, y como tal a lo mejor no soy todo lo objetivo que debiera con este película.

Intentando ceñirme a lo que es la película aplaudo la valentía por tratar un tema tan peliagudo como el contrabando de armas.

Gran película para mi gusto, sobre todo en el momento en que Yuri ve que ya no tiene vuelta atrás

Si los hijos de puta que hablan mal de mi supieran lo que yo pienso de ellos, hablarian aun peor coño

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